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Tuesday 6 de December de 2005, 00:00:00
"PASADOS POR AGUA" CARA NORTE DEL JANTUGAN. CÁUCASO.
Tipo de Entrada: RELATO | 1927 visitas

Son las cinco de la mañana y Luis y yo estamos ?pelaos? de frío debajo del principio del corredor. Nos ponemos el material lentamente esperando que el tiempo mejore, hace un día muy nublado, al otro lado del valle el Elbrus se observa tapado y la cosa está ?que si, que si no?, la cara norte del Jantugan es nuestro objetivo.


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Las nubes pasan negras ocultando la cima, algo de viento y poco a poco los seracs del glaciar que tenemos enfrente comienzan a brillar con las primeras luces del alba, que imagen tan sobrecogedora e impactante... ?por ahí se podría abrir algo...?, comentario bastante estúpido ya que los grandes alpinistas rusos han abierto todo este valle, pero me consuela ver que no paro de soñar con nuevas vías.
Después de comentar la situación y de conjurarnos en superar nuestros rifirrafes, que eran algo habituales, nos concentrarnos en la faena y comenzamos a subir el corredor. Estamos a unos 3000 metros.
Ascendemos una pala de 40º que al llegar a la mitad se estrecha un poco y cambia de pendiente llegando a los 55º, subimos al ensamble para no tener que cargar las cuerdas. La nieve es blanda en superficie y debajo hay diferentes costras de hielo en las que cuesta penetrar con el regatón. Luis esta fundido, da cuatro pasos y se para. Yo no me doy cuenta hasta que noto las cuerdas tirantes de mi arnés y eso me empieza a cabrear, quizás le afecte aun la gastroenteritis que nos gozamos en el campo base del Elbrus; gracias a las toneladas de basura y heces que se acumulan debajo de la nieve en las cercanías de las ruinas del Priut 11.

Pero lo que mas me fastidia es que fue él el que insistió en subir y en ningún momento me comento que se encontraba mal. Hemos pagado mucho dinero por venir aquí y además esta fuera de forma. Estoy enfadado por ello. Aunque la culpa es mía por no darme cuenta, y obcecarme en una ascensión, anteponiéndolo al disfrute. No me daba cuenta de lo que estaba haciendo. Mas tarde, en casa, vi que lo que hice fue querer hacer una cima por apuntarla en al libreta, por currículo y siempre he estado en contra de eso, creo que lo que nos paso fue por que en ningún momento deseábamos escalar juntos aquel día.



Metido en mis pensamientos llegamos al espolón norte donde hay un hombro sobre los 3300 metros, ahí descansamos y observamos como el día parece levantar. Una rampa de 45º perteneciente al glaciar colgado de la cara norte se muestra como la siguiente parte, asciende como unos 200 metros hasta la rimaya. Subimos paso a paso pero yo subo a directas y Luis a zetas. Creo que es el momento de darnos la vuelta, no me veo acabando, mas bien me veo bajando y metiendole un pioletazo a Luis, me esta hartando; ?... ¿confías en mi?, porque yo si confio en ti...? se denota que va mal y las vistas le están afectando, la verdad que hay un buen patio, pero le hoja del piolet entra en la nieve y eso me reconforta.
Llegamos a la rimaya, esta tapada pero si intuye, así que nos va hacia la salvadora roca del espolón norte, ahí volvemos a parar. Aquí ya la cosa es vertical, nos quedan 50 metros de una arista de nieve bastante fina, con la cara norte a la izquierda y el pilar NO a la derecha. Lo superamos con un poco de acojone pero pronto estamos a salvo en una rampa de 55º que nos lleva sobre los seracs colgados, ahí volvemos a estar en horizontal y descansamos, Luis esta mas que ?petao? y dice que no da un paso mas para arriba. Yo me percato y observo lo que nos queda, 200 metros y estamos en al arista cimera, una travesía difícil de equipar hasta enganchar una canal mixta que nos lleva a la arista oeste, ?... menudos AD+ tienes los rusos...?.
Sin darnos cuenta el día se ha girado y nos ha pillado el ?palomo?, estamos a 3700 y nos tenemos que salir de ahí; para arriba la travesía es muy expuesta, ya que hay un patio de 600 metros por un tobogán de hielo que lleva hasta un glaciar que ni conozco, así que no sirve. Yo quiero pasar a la cara norte de nuevo y enganchar una vía que habían hecho una cordada catalana, pero hay una trepadilla y Luis se niega. Mientras, la temperatura ha subido y la nieve esta muy húmeda y bajar por las rampas que hemos ascendido se vuelve peligroso.
Nos asomamos al pilar NO y parece que la roca llega hasta el glaciar, este está poco agrietado y nos lleva directamente al campo base. Así que montamos un rapel y comenzamos a bajar, son las 11 y algo de la mañana, en nada estaremos abajo.



Luis y yo volvemos a discutir, montamos el rapel, él quiere pasar la cuerda por le cordino, yo le digo que hay que puoner un maillon. Al final lo ponemos y Luis tira las cuerdas, yo tomo una foto. Ha comenzado a llover y me pongo todo el abrigo. Mientras Luis baja intento hacer un mapa mental del glaciar.
Ahora me toca a mí, la salida es chunga ya que esta desplomada. Mientras bajo echo una última mirada al cordino y pienso que ya no hay otra salida más que la que indica la cuerda. Rapelo y llego hasta donde esta Luis; aquí el espolón se puede destrepar un poco, tiro de las cuerdas y no bajan, ?me cag......?. Recibo una bronca de Luis porque decía que la culpa era del mallion, yo le digo que no, y subo convencido de que así sea. Asciendo como si fuera una cuerda fija llegando al desplome; un diedro desplomado que se puede ir a 6b tranquilamente, lo intento con las rígidas en los pies y me quedo a la mitad, es imposible. Me bajo, y me autoaseguro a la cuerda con un prusik. Tiro a la derecha por una fisura tirando de bíceps, me salgo de lo que marca la cuerda pero ya estoy casi arriba, ?...menudo péndulo...? pienso. Justo me agarro por encima de una roca tan grande como una lavadora, pensando que lo que peor ya había pasado. Pues la lavadora se me vino encima, la cuerda se me enganchó en el pie, y ya pensaba que tenía el ?saque del año?. No sé donde metí la mano, pero me agarre, con el tiempo justo para avisar a Luis de la caída del ?electrodoméstico?. Cayó a unos metros de él.
Tras el susto llego al rápel y veo que el fallo era el nudo que se había encallado en una fisura. Lo monto bien y me voy para abajo. Ahora las cuerdas bajan.



Estamos en el espolón y está muy descompuesto, así que montamos otro rápel. Para variar se encallan las cuerdas. Ahora le toca subir a Luis, se pasa una hora allá arriba, mientras yo estoy colgado de un microfisurero y una baga pasada por una laja. Durante esa hora granizó como nunca lo había visto, caían canicas de hielo que me acribillaban las orejas. Debajo de aquel mini desplome empecé a pensar; estaba en un sitio que no podía pedir ayuda, no era la ruta programada, y Luis esta allá arriba con las cuerdas, y muy mal físicamente, no le oigo ?... ¿y si se cae? me deja sin cuerdas...?, ?... si se mata, que se mate, pero que deje las cuerdas...? De aquí no salgo sin las cuerdas.
Cuando ya me veía tirando solo apareció Luis rapelando, desecho y muy cansado. Yo sólo veía dos cuerdas de 50 metros, una roja y otra azul. Otra vez las cuerdas bajaron a la segunda. Ya habíamos perdido mucho tiempo con los rápeles de Luis, o tomaba el mando o no sé que pasaría. Me puse manos a la obra.
Otro rápel y nos plantamos en el hielo, bajamos rapelando por la canal de hielo de 65º metiendo seguros en la pared. La cosa parece ir rápida, pero el tiempo corre en contra nuestra, se hace de noche, no para de llover y granizar, la canal se llena de aludes que nos cubren hasta las rodillas. El agua se mezcla con la arena que ha cogido la cuerda y cuando pasa por el ocho un barro me pringa toda la cara. Luis esta ?empanao? tiene un shock hipoglucémico de caballo, no se entera de nada, además hace cosas que nos quitan tiempo, mientras recojo las cuerdas él las ha enredado, intenta hacer el doble pescador como si fuera un ballestrinque, no tienes sensibilidad en los dedos así que hacerse el ocho es toda una odisea, está muy mal, responde a preguntas que nadie le ha hecho, estoy muy asustado.Con más pena que gloria en los rápeles y un destrepe por el hielo de 65º, llegamos al ultimo rápel, el de la rimaya. No veíamos si estaba abierta, si la cuerda era suficiente, pero había que probar. Bajo en diagonal hasta el borde rezando para que estuviese cerrada y no tener que vivaquear por aquí. Mis deseos se cumplieron y una masa de hielo la tapaba, el rápel de 20 metros desplomados entre hielo azul era muy bonito pero la cosa no estaba para fotos. Por fin estábamos en el glaciar. Ahora sólo quedaba caminar por las grietas y ya estaríamos salvados.



Salimos glaciar abajo mientras la noche nos engulle. No para de llover y la luz de las LED se refleja en las gotas que caen así que veo a un metro, voy por delante, y Luis no para de caerse, vamos encordados y sé que si me caigo no me podrá parar y si se cae no podrá salir por sus propios medios, va muy mal de fuerzas. No para de tropezarse y caerse. ?...me desencuerdo y ahí se queda...?. Pero seguimos encordados. Buscamos la morrena de la derecha, esa es nuestra salvación. Sólo veo de lejos cuando algún rayo cae cerca, y me da para hacer una fotografía mental e intuir la situación, sigo el camino marcado por los bloques erráticos, pienso ?... si el hielo aguanta todo ese peso, también aguantara el mío...?. Así llegamos a una zona donde el hielo está muy agrietado, tenemos que estar cerca, el hielo está lleno de piedras. Este hielo es negro y el vacío también, intuyo las grietas, de ellas sale como un viento que me alerta de lo que nos estamos jugando. Solo pienso en salir de aquí e irme a Mallorca con mi novia. Luis quiere descansar pero no hay tiempo, si se para no lo levanto y con la hipotermia que llevamos a saber qué pasa.
La lluvia nos ha calado hasta los huesos, doy cada paso concentrado evitando las constantes llamadas del abismo, oigo un torrente y de repente unas rocas, y más rocas, salto del hielo como si fuera una liberación y grito: ?Estamos en la morrena...?.
Me quito los crampones mientras el agua cae por mi rostro, la sed me hace beber del riachuelo y un ruido en la barriga me recuerda que tengo hambre, ?... son las doce de la noche...?. Estamos salvados. Aun así nos costó una hora y media encontrar el campo base, subiendo y bajando la morrena. Cuando llegamos lo único seco eran nuestros sacos en la tienda. Luis no paraba de hablar y decir que menuda aventura; estaba por utilizar la táctica del piolet, pero mis pensamientos homicidas los guardé para mis adentros. Comimos algo y dormimos lo que pudimos. La lluvia sigue cayendo.

Al día siguiente la gente acampada nos ayudó mucho. Nunca olvidaré aquel té que me sirvió un ruso acampado con su familia, no hizo falta palabras, sabía lo preocupado que estaba por nosotros y se lo agradecía, ?spashiva?. No paraba de recordar aquel dicho de la zona; ?...aquí las tormentas duran un día entero...?. Seguía lloviendo. Empapados comenzamos el descenso al valle, la lluvia martilleaba mi cabeza, mis pies se arrastraban por el barro, mis pensamientos se desvanecían por el peso de la mochila, mientras la silueta del Jantugan era absorbida por las nubes.




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