Con mas ganas que fuerzas, volvÃamos a las andadas, y volvÃa a quedar con Curro para estar juntos una semanita escalando.
En aquellos momentos era finales de agosto y acaba de enganchar con un fin de semana de kayac de mar por Llança, Portbou y demás. Tenia los brazos reventados y sobre todo la espalda. Nunca te metas al agua si sopla algo de viento en L'Empordá. Fue un bautismo acuático de esos divertidos.
Pues sin dormir acabe en un eterno bus camino de Zaragoza, allà me esperaban, Bea y Curro y rápidamente pusimos la Kangoo rumbo a nuestra casa; Riglos. Sin dilaciones, bueno con una pizza en el buche, nos metimos el la Zulu Demente a la Visera, a las 4 de tarde en agosto. Mientras muchos de los agolpados en la terraza no daban un duro por nosotros, hicimos los tres primeros largos a toda velocidad, cosa que no pararÃa hasta el ultimo, donde el 7b me hizo encallar un poquillo. Me faltaban fuerzas. Pero aguantamos lo justo para clavar un tiempo de 3 horas.
Felices, contentos y orgullosos a sabiendas de que muchos de los del bar se estaban comiendo sus palabras, bajamos a comer carne!!!
El segundo dÃa, querÃamos otra igual, y nos metimos en la Vicente Iñucente, todo iba bien hasta que el indicador del fuelle me señalaba que tenia que parar. Asà que en el cuarto largo le dejo la

dirección y la cuerda a Curro, que se merendarÃa las siguientes tiradas, incluido el mÃtico 7a de bloque. Yo me convertà en un reptil, arrastrándome por los largos, tanto que tuve que fijar una cuerda. Que mal iba... pero lo peor estaba por llegar. En el ultimo largo y tras un festival de “aceros†la fifi me arranca parte de la piel de la yema del dedo, sigo escalando entre el dolor y la impotencia de que esto harÃa insalvable la distancia técnica entre Curro y yo.
Con la papeleta del dedo, mi moral y orgullo por el suelo nos metemos en una aventura con mas gente para bajar del Pison. Al final tras el mismo y tedioso numero de rápeles de siempre llegamos al suelo. Nos tomamos un bocadillo y ponemos marcha al valle de Ansó.
Llegamos tarde y buscamos un prado donde esperar a Ana, una colega de Bea que viene de Vitoria y que marcarÃa el viaje de una manera peculiar.
Tercera visita; nos metemos en la
Urdaburu al Espelunga, ya que hacia un dÃa extraño y el pilar de Ansó quedaba donde Cristo perdio las alpargatas. Tras unas travesÃas boscosas en busca del camino e introducir los primeros largos facilillos en la aproximación empezamos a escalar, la cosa no prometÃa, y Curro ya ponÃa cara larga, demasiado tumbado y discontinuo. Pero cuando todo parecÃa llegar a su fin, llegamos al primer 7a, ahà ya la cosa se pondrÃa divertida, sobre todo porque los bolts son del 8. Con el vientecico y el ambientillo, tiramos hacia arriba en busca del sol, largos fáciles se mezclan con otro 7a y un 7a+ (A2) de 45m, que Curro encadeno a vista. La cosa se acaba y se nos ocurrió bordear el macizo para ver el pilar de Ansó.
Con unas bonitas fotos y 5 horas de descenso, aparecimos en las furgos. Parece que va a hacer malo, asà que ese dÃa no escalamos. Nos fuimos a Rodellar.
La meteo era caprichosa y no paraba de hacer bueno en contra de las previsiones.
Llegada de noche a Rodellar, todo esta lleno de conocidos y
estrellitas de la deportiva. Con el dedo y la moral tocados acompaña a
Curro a dar pegues y de vez en cuando encaramarme a un 7a+. Pero ya la
mente estaba en otro sitio, y no era escalando. Fueron dÃas de
descanso, de intentos y de conocer a gente muy maja.
Tres dÃas después nos fuimos al Midi, pero solo hicimos el Diedro
de la Hoz de Jaca y la Sajuma, donde curiosamente se hace todo en libre
y forzamos la longitud de la cuerda.
Las cosas que me pasaban por la cabeza no me hacÃan estar a gusto
ahÃ, la inseguridad de la vida cotidiana mermaba mi vida alpina. Tenia
que resolverlo.....asà que la semana se detuvo y marche a Oña, no sin
antes olvidarme el móvil en el coche de Ana.
De fondo suena, "One Step Closer" de U2